Madrileño nacido en medio de la guerra, arquitecto de profesión, humanista por convicción.
En el periodo de 1943 a 1970 el Instituto Nacional de Colonización español, creó un proyecto de construcción con 300 nuevos pueblos conformados por obreros y agricultores, mayoritariamente, con el fin de transformar las zonas de cultivo secano a regadío.
José Luis Fernández del Amo, quien ingresó al I.N.C. en 1947, lideró la arquitectura de doce de ellos, destacando Vegaviana, pueblo considerado uno de los mejores ejemplos de la labor arquitectónica y urbanística desarrollada desde los inicios de la aceptación de la arquitectura moderna por parte del régimen franquista.
Se caracterizó por enfocarse en un estilo arquitectónico que combinaba las corrientes artísticas formales españolas, con los códigos de los movimientos modernos, además, de incorporar un sentido humano centralizado en la función pública de la vivienda, procurando siempre la expansión vital, así como el fomento a la convivencia
Otra de las características que definieron su trabajo, fue la utilización de materiales autóctonos, con lo que su obra lograba arraigarse al lugar de forma natural, además de que logró la intemporalidad, pues hasta el día de hoy, las construcciones bajo su mano, continúan expresando modernidad.
Su otra gran vertiente, la arquitectura religiosa, resalta por la configuración espacial del valor simbólico, explotando el lenguaje ofrecido por la plástica moderna y el Arte Abstracto.
“Sólo hay una arquitectura: la que sirve al hombre… Que la arquitectura le asista en una auténtica superación: la casa, el taller, la escuela, la iglesia, la ciudad. Desde fuera y por dentro; desde el urbanismo a la interioridad… Quitar fronteras, chafar orgullos, reducir diferencias; que todo sea recinto de convivencia y el ámbito de su paz. Que la objetiva virtualidad del arte le llegue al espacio vital y al utensilio… Que le proteja de la intemperie y le alivie de las fuerzas oscuras que ensombrecen el mundo”.
Así es como expresa la arquitectura Fernández de Lara, quien, sin duda, marcó un precedente para el urbanismo y la arquitectura.
Falleció el 19 de agosto de 1995 en su casa de Valdelandes rodeado de su familia.
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