Texto por Eduardo Reyes
“Un fotógrafo es alguien que dibuja con luz, que escribe y reescribe el mundo con luces y sombras”, afirma Sebastião Salgado al inicio de La sal de la tierra. Documental dirigido por su hijo Juliano Ribeiro Salgado y Wim Wenders, el cual recorre el trabajo fotográfico que desde hace más de 40 años Sebastião ha realizado por todo el mundo.
El rostro del fotógrafo emerge de la oscuridad y se funde con fotografías en blanco y negro mientras las explica. En Ecuador los saraguros miran curiosos la cámara mientras creen que Sebastião es un enviado de dios. Al norte de México los tarahumaras recorren, veloces, largas distancias. En contraste, bebés muertos cubiertos con flores son enterrados en Brasil.
En los 80 se une a Médicos Sin Fronteras y viaja a las regiones con mayor crisis en África. Su lente atestigua hambrunas, pobreza y los climas menos favorables. En síntesis, mira como un pueblo cae muerto de hambre y sed. “Con cada persona que muere, una parte de todos también muere”, dice Salgado claramente conmovido.
De 1993 a 1999 trabaja Exodus, proyecto fotográfico que registra el desplazamiento de pueblos tutsi, en Ruanda, originado por las masacres del gobierno hegemónico. Nuevamente vemos la brutalidad humana. Concluye Sebastião: “El hombre es un animal terrible”.
Después de tanta destrucción algo lo impulsa a la esperanza. De 2004 a 2013 vuelve a viajar por el mundo, esta vez como parte de su proyecto Génesis. Una declaración de amor al planeta. Visita los desiertos congelados de Siberia, registra los enormes castillos de hielo en el círculo polar ártico, captura océanos, selvas, animales transitando libremente. Los hombres han cohabitado con la naturaleza sin destruirla, como la tribu zo’e en Brasil.
Así, el documental se convierte en una apología a la naturaleza, a su magnificencia, a su poder y sus paisajes, pero también al dolor, a la pérdida, a la violencia y a la destrucción. La sal de la tierra es una invitación de Sebastião Salgado para detenernos y mirar el mundo, al humano y a la naturaleza con detenimiento, y saber que la historia nunca había sido tan compleja como ahora.