Aldo Iram Juárez nos invita a repensar la forma que vemos las cosas, tanto en el ámbito de la fotografía como en la vida cotidiana. Él nos comenta que nada de lo que hacemos es concreto, todo es un proceso continuo, una serie de intentos.
Podemos considerar a Aldo como experimental, no se preocupa en encasillar sus fotografías a un género, postura muy caduca según nos comenta, él prefiere que sus fotografías tengan un estilo independientemente del género.
Nos explica que hoy en día se podría producir obra con más contenido, sin embargo existen temas que desvían al fotógrafo de pensar estrictamente en fotografía; tales como: el fetiche tecnológico, el purismo técnico, el supuesto glamour del entorno ‘profesional’, la excesiva preocupación de la autoría, etcétera.
Y reconoce que las instituciones, las empresas y las tradiciones sin cuestionar, promueven una idea de lo que es una “buena” fotografía y de cómo se debe ver, pero su labor en el Club Fotográfico, es invitar a pensar por un momento fuera de esa cadena de producción y de esas expectativas abstractas.
Una anécdota que ejemplifica lo anterior es la que nos cuenta sobre Henri Lartigue, quien tomó una fotografía de un automóvil de carreras, que contenía todos los errores que una fotografía podría tener (según los estándares de la época), entonces guardó la imagen por vergüenza durante muchos años. Y actualmente, su foto Automobile Delage, 1912, es considerada una de las imágenes más importantes en las historia de la Fotografía.
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Texto por Izchel Aguilar
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