El director de fotografía italiano, Tonino Delli Colli, colaboró con realizadores como Federico Fellini o actores como Clint Eastwood, donde encontramos más que en la iluminación y en las magnificas tomas, sentidos en la imagen que representan los conceptos ideales para entender al cine de arte, como bien recordamos en la película La vida es bella o En el nombre de la rosa.Colli2

En 1939, con apenas 16 años, empezó a trabajar en estudios de Roma como ayudante en rodajes, aunque su pasión por la imagen lo llevó rápidamente a adentrarse en el mundo de la fotografía.

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Su debut como director de fotografía fue en 1943 con Finalmente sí, del húngaro Ladislao Kish. A partir de ese momento se convirtió en un asiduo de los grandes nombres del cine italiano.

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También colaboró en producciones de directores de diversos países, como El nombre de la rosa (1986) de Jean Jacques Annaud; Lunas de hiel (1992), de Roman Polanski, o Historias extraordinarias (1968), a las órdenes de Louis Malle.

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Películas con las cuales ha demostrado que las escenas son primordiales para los sentidos ideáticos en los filmes.

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En el año 1952, Delli Colli fue el director de fotografía que filmó la primera película italiana en color: Toto a colori. Pero antes de ello, ya se había convertido en el máximo exponente de la fotografía en blanco y negro. Fue el fotógrafo del corazón del neorrealismo, de la luz natural, sin artificios, lejos de los estudios.

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Maestro consciente de que la práctica y no de las escuelas, generan a los grandes en cualquier profesión, declarando antes de su muerte:

«Durante mucho tiempo trabajé como aprendiz, algo que ya no existe; la artesanía ha desaparecido y hoy los jóvenes estudian en escuelas; cuando se gradúen, quizá se llamen directores de fotografía».