De los fotógrafos más reconocidos del siglo pasado, reconocido justamente por mostrar al mundo el rostro común de los habitantes de la ciudad de México, más allá de la alcurnia, política o farándula.
Sus trabajos son registrados como los primeros en las series fotográficas conocidas como foto ensayos, donde narra, a través de pequeños performance, secuencias casi habladas de las formas rutinarias de la sociedad.
Considerando rutinario a las formas características de las personas al comer, beber, platicar e incluso una simple caminata, recordando una peregrinación realizada año con año a la Basílica de Guadalupe donde se dedicó a fotografiar estos hábitos.
Archivos publicados en semanarios de México que buscan, en gran medida, recorrer la danza, arquitectura, antropología y vivazmente la vida citadina en billares, pulquerías entre otros lugares populares.
Su aventura en la fotografía lo lleva a explorar el ambiente carcelario de una de las prisiones más temidas en México, Lecumberri. Lugar donde una vez más reflejaba rutinas tan comunes, tan naturales para un ser humano pero tan llamativas para su ojo fotográfico.
Las peculiaridades de su estilo fotográfico lo llevaron a ser camarógrafo y director de cine, así como profesor en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma De México y la Universidad Veracruzana.
Sin duda un ejemplo de cómo seguir las convicciones propias y conceptos que se tienen como artista, sin requerir tendencias únicas a remarcar en el mundo de la fotografía.
Un ilustre poeta fotográfico que narra historias de crítica, sencillez humana, formalidad y cultura.
Texto por Pablo Martínez